20 de noviembre de 2008

Edward Gorey, el pequeñín macabro.

Autor e ilustrador norteamericano aupado a la categoría de culto desde el último tercio del siglo XX. A lo largo de su obra nos hace partícipes de su personal universo, donde la muerte y la crítica mordaz son los verdaderos protagonistas. Considerado el máximo exponente de lo macabro, Edward Gorey ha dejado una profunda huella en numerosos autores de nuestra época, entre ellos cómo no, Tim Burton, su alumno más aventajado.


Uno de sus relatos ilustrados más famosos The Gashlycrumb Tinies (Los Pequeñines Macabros), y del que cogemos prestado nuestro título, se erige en el ejemplo más claro del "universo gorey". El tenebroso y personal mundo que tanto ha influenciado a autores actuales tan destacados para el gran público como Tim Burton, admirador confeso de Edward Gorey, y al que hace un claro homenaje en su pequeño libro de cuentos La melancólica muerte de Chico Ostra.
La obra gráfica y literaria de Edward Gorey combina a la perfección lo macabro y lo perverso, la pérdida de la inocencia en el mundo infantil con la existencia del crimen y su violencia, la oscuridad y la melancolía como pulsiones vitales, la fatalidad del destino con el final anunciado de la muerte... Todo teñido de un humor negro con trasfondo jocoso. Sus ilustraciones en plumilla, a semejanza de los grabados del romanticismo decimonónico, se ven acompañadas de versos sencillos con una rítmica muy acusada. Algo que desgraciadamente no se ha respetado en las traducciones que nos han llegado, donde prima la literalidad en la traducción antes que la métrica. De ahí que aconsejemos acudir a la obra original en inglés.

No será hasta el año 1972, cuando la Editorial Putnam publique una de sus primeras antologías, Amphigorey, cuando el reconocimiento del público le llegue y le eleve a la categoría de autor e ilustrador de culto. Un éxito que propició la publicación posterior de otras dos compilaciones: Amphigorey Too (Amphigorey También) y Amphigorey Also (Amphigorey Además), en los años 1974 y 1983 respectivamente.


Edward GOREY, Amphigorey, Madrid, Valdemar, 2004.

En particular, el cuento The Gashlycrumb Tinies está concebido como una colección de muertes trágicas de niños, que discurren ante el lector por orden alfabético según la inicial de su nombre de pila, a modo de macabro abecedario. Son veintiséis muertes como veintiséis letras del abecedario, a cada cuál más terrorífica. Al igual que sucede en el resto de sus relatos, las ilustraciones se acompañan de un verso simple que obedece a una determinada rítmica, construyendo en su totalidad un argumento oscuro y siniestro.


B is for BASIL assaulted by bears/ Edward GOREY, The Gashlycrumb Tinies, 1963.


K is for KATE who was struck with an axe/ Edward GOREY, The Gashlycrumb Tinies, 1963.


V is for VICTOR squashed under a train/Edward GOREY, The Gashlycrumb Tinies, 1963.


Z is for ZILLAH who drank too much gin/Edward GOREY, The Gashlycrumb Tinies, 1963.


Para saber más sobre Edward Gorey:

www.goreyography.com
www.edwardgoreyhouse.org

La editorial que pone a disposición del lector español la obra de Edward Gorey, en edición bilingüe -algo de agradecer-, es Valdemar. Para aquellos interesados en adquirir alguno de sus libros, que consulten la propia página web de la editorial:

www.valdemar.com

15 de noviembre de 2008

Arnheim se abre paso entre la bruma.

Arnheim y sus prodigios. El principio.

Una bruma persistente nos rodea. Seguimos intuitivamente el sendero zigzagueante. Mientras numerosas gotas de rocío se posan rutilantes sobre la vegetación azul del paisaje, aquel lugar se muestra ante nuestros ojos de forma descarnada y extraña. Acuden a nuestro oído notas que componen una intrigante y subyugante melodía; a nuestro olfato efluvios de un raro y dulce aroma; y a nuestra vista una nebulosa color púrpura que envuelve esbeltos árboles secos, famélicos arbustos, bandadas de aves de pelo carmesí, prados de flores incandescentes, arroyuelos de tintura argéntica... Y en medio de todo, surgen edificios de arquitectura imposible suspendidos en el aire. Los primeros rayos del sol disipan como por arte de magia esta visión irreal y fantasmagórica. Arnheim y sus prodigios se han desvanecido. Retomemos el camino secreto e inaccesible que nos llevó hasta él.